Hace un tiempo leí este cuento que hoy comparto con vosotros
Un hombre tenía un sembrado de flores estupendas; cada día salían de su cultivo las flores más bellas y fragantes que nadie pudiera conocer.
Este señor año por año ganaba el premio a las flores más bellas y de mejor calidad, y como era de esperarse era la admiración de todos en la región. Un día se acercó un periodista a preguntarle el secreto de su éxito, a lo que el hombre contesto:
-Mi éxito se lo debo a que de cada cultivo saco las mejores semillas y las comparto con mis vecinos, para que ellos también las siembren.
-¿Cómo? -respondió el periodista- pero eso es una locura, ¿acaso no teme que sus vecinos ganen los concursos, se hagan famosos como usted y le quiten su importancia?
El hombre dijo:
– ¡¡Usted no entiende!! Al tener ellos buenos sembrados el viento me va a devolver a mi cultivo buenas semillas y la cosecha mejorará; si no lo hiciera así ellos sembrarían semillas de mala calidad que el viento traería a mi cultivo y cruzaría las semillas, haciendo que mis flores sean también de mala calidad. Y con el paso del tiempo todas las flores de la región serían pésimas.
En muchas ocasiones las mejores semillas de cada uno de nosotros han sido guardadas pensando que podrían ser la clave de nuestro éxito individual, pero…¿y si no fuese así? ¿Y si esas semillas pierden su vigor y envejecen? Seguramente ya no darian la flores esperadas.
No se trata de confrotar individualidad frente a globalidad, sino de incorporar a nuestro esquema de pensamiento y actuaciones un enfoque sistémico, en el que cuando un elemento se mueve, inevitablemente afecta al resto. Si apostamos por la mejora de lo global aportando lo mejor de nosotros, estaremos ayudando a crear un nuevo contexto, que genere nuevas oportunidades…que sin duda multiplicará nuevas posibilidades de desarrollo: personal y global
¿Qué flores te gustaría tener?
Espacio para la reflexión sobre personas y organizaciones 