Caminando del convencionalismo al compromiso

img_2303

Hace apenas unas horas estábamos deseando un Feliz Año Nuevo a todas las personas cercanas a nosotros. Bueno, y no tan cercenas, pues las tecnologías actuales nos permiten realizar felicitaciones muy amplias. Quizás demasiado, y es que siempre me parecieron excesivas las muestras de efusión descontextualizadas…pero ese es otro tema.

Volviendo a la buenos deseos que todos expresábamos con gran efusividad hace un par de días, y dejando claro que siempre me parece bien desear lo mejor a los demás, me estaba preguntando de qué dependerá que la vida de los demás pueda ser mejor este año que el anterior. Y por otra parte, qué estamos dispuestos a hacer para que la vida de esas personas, a las que hemos deseado que tenga un año lleno de felicidad, realmente sea así.

Desde mi punto de vista, más allá de convencionalismos sociales, desear un “feliz año nuevo” a los demás implica cierta responsabilidad de nosotros para con ellos. De manera que, si realmente deseamos que la vida de los demás sea mejor y nosotros formamos parte de esa vida, en cierta medida tendremos que contribuir a alcanzar lo que les deseamos. Y es ahí dónde aparece nuestro reto…¿qué estamos dispuestos a hacer para que la vida de los demás sea mejor (más allá de deseárselo)?

Y en contraposición, si no estamos dispuestos a hacer nada, ¿para qué desearles algo que nosotros mismos no estamos dispuestos a contribuir a qué sea así?

Por tanto, deberíamos hacernos algunas preguntas antes de desear un “Feliz Año Nuevo”, por ejemplo: ¿cómo estamos dispuesto a contribuir para que realmente sea un año como el que les deseamos?, ¿qué aportaremos a esa mejora deseada para el año que empieza?…

Puede que así nuestros deseos de un Feliz Año Nuevo se vayan convirtiendo en realidad.

commons

Esta entrada fue publicada en Reflexionando. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario